Convivir con el pasado
Frente al mar cantábrico y construido sobre roca, este palacete ha permanecido intacto desde el siglo XIX. Sus propietarios han querido actualizar la casa al siglo XXI fusionando la herencia de todos esos años.
El edificio consta de tres plantas más garaje y su disposición interior original, propia de su época, ha ido siendo modificada de forma gradual según las necesidades del momento.
Hoy, poco tiene que ver con sus orígenes. La tónica de esta reforma son los espacios amplios, democráticos y transparentes; los colores, puros y uniformes; los materiales, en su funcionalidad sin ser protagonistas. Es, en fin, una decoración en la que el protagonista es el ser humano, sus vivencias y recuerdos.